Hoy, con el corazón lleno de amor y nostalgia, me despido de ti, aunque en realidad nunca te irás por completo. Decir adiós se siente imposible cuando el amor que nos une es tan grande, cuando tu recuerdo sigue tan vivo en cada rincón de mi alma. Sin embargo, sé que es momento de dejarte ir, de aceptar que ya no estás aquí en cuerpo, pero que siempre vivirás en mis recuerdos, en mi corazón.
Gracias por cada instante que compartimos, por cada risa, cada consejo, cada abrazo que me dio consuelo en los momentos difíciles. Fuiste y siempre serás una de las luces más hermosas en mi vida, esa presencia que iluminó mis días con tu bondad y tu amor incondicional. Me enseñaste tanto, me diste tanto, y es ese amor el que hoy me ayuda a dejarte ir con paz y gratitud.
Como las olas que vuelven al mar,
como las estrellas que siguen brillando,
así vive tu amor en mí,
en cada respiro, en cada susurro,
eterno, inmortal.
Me consuela pensar que ahora estás en un lugar de paz, donde el dolor ya no existe, donde el tiempo no tiene prisa. Y aunque te extraño más de lo que las palabras pueden expresar, también sé que siempre serás parte de mí. Te llevo en mis recuerdos, en cada paso que doy, en cada logro, en cada sonrisa que brota sabiendo que tu amor me acompaña.
Así que hoy, con lágrimas en los ojos pero con el corazón lleno de gratitud, te despido con todo mi amor. Gracias por todo, querido/a [nombre]. Hasta siempre, hasta que el destino nos permita reencontrarnos en algún otro lugar.
Con amor eterno y gratitud,
yo, que nunca dejaré de recordarte.
© Shoshan