Querido,
Hoy, después de tanto tiempo navegando entre recuerdos y silencios, escribo estas palabras que llevan consigo el peso y el alivio de despedirme de ti, de lo que fuimos, de lo que alguna vez soñé que seríamos. Es extraño, pero siento que al cerrar este ciclo, una parte de mí también se libera; una parte que había estado atrapada, esperando en vano algo que no llegaría.
Te amé profundamente, sin reservas ni condiciones. Creí en nosotros con la fuerza de quien no teme al abismo. Sin embargo, el amor a veces no es suficiente para sostener una historia que se fue desgastando, y hoy entiendo que soltar no es perder, sino ganarme a mí misma en este acto de despedida. Porque merezco paz, merezco un espacio donde mi corazón respire sin el peso de este pasado.
Como el árbol que suelta sus hojas,
me despido de ti,
dejando ir lo que ya no es,
permitiendo que mi alma florezca
sin las sombras del ayer.
Cerrar este ciclo me libera de ti, de las expectativas, de las promesas rotas. Me libera de las dudas y de los silencios. Es un acto de amor propio, de reconocimiento de lo que soy y de lo que quiero ser. Ya no espero tus palabras, ni anhelo tus abrazos. Ahora, mis pasos se dirigen hacia un nuevo comienzo, uno en el que no cargo con el dolor de lo que no fue.
Gracias por los momentos compartidos, por las enseñanzas que dejaste. Pero este es mi adiós definitivo, mi cierre de capítulo, mi liberación. Hoy me elijo a mí, y eso, en el fondo, también es elegir lo mejor de nuestro pasado, sin quedarme atrapada en él.
Con paz y gratitud,
yo, que hoy cierro este ciclo.
© Shoshan